Enseñar a comer a los niños no es fácil
Considero que la educación nutricional comienza antes del nacimiento del niño. Los hábitos alimenticios de la familia (abuelos, hermanos, padres, etc.) influirán directamente en los futuros hábitos del bebé.
El hogar donde el niño se desarrolle y crezca le proporcionará una forma de alimentarse. La cultura familiar, las costumbres, los sabores de los alimentos, entre otros factores, afectarán a su alimentación.
Por todo esto, la responsabilidad de enseñar a comer al niño, recae en su mayor parte en los padres. El niño imitará la conducta de sus progenitores y querrá comer lo mismo y de la misma forma en que lo hacen los mayores. Es importante que se lo permitamos.
Pero… ¿Qué sucede cuando acudimos a un restaurante? ¿Por qué a los niños sólo les damos las opciones incluidas en el “menú infantil”? En este caso, son los adultos los que le hacen creer al niño que su comida debe ser diferente, que la comida de “los mayores” no es para él. De esta forma estamos ofreciendo a los niños una dieta muy limitada, reducida muchas veces a macarrones o carne rebozada. Si les acostumbramos a comer solamente ese tipo de platos pueden aparecer problemas en la conducta infantil al querer incluir nuevos alimentos. Este es un conflicto al que me he enfrentado en mi consulta en numerosas ocasiones.
De igual forma que queremos que nuestros hijos disfruten de una buena educación, de una cultura musical o despertarles el interés por la lectura, para que su crecimiento y desarrollo sea completo, la asimilación de unos buenos hábitos alimentarios desde pequeños es un factor fundamental. Además, debemos tener en cuenta que educar en salud ayudará a prevenir problemas futuros.
La responsabilidad de enseñar a comer al niño, recae en su mayor parte en los padres. Enseñar a comer es enseñar a crecer Clic para tuitear
Todos hemos conocido a alguna persona adulta que rechaza alimentos sin probarlos diciendo que no le gustan, a alguien que mastica con la boca abierta o que padece problemas de peso fruto de unos malos hábitos alimentarios. Estas formas de actuar se desarrollan en la infancia y se podrían haber trabajado a través de una buena educación nutricional.
Debemos introducir de forma correcta los alimentos a los niños. La primera reacción ante un alimento desconocido será casi siempre de rechazo, pero esta actitud cambiará con el paso del tiempo. Probando nuevas formas de presentación del alimento y utilizando diferentes olores y texturas, el niño terminará percibiéndolo como un alimento más.
La clave no es la insistencia sino la resistencia. Cuanto mayor sea el niño, nos será más difícil conseguir que le guste un alimento nuevo. Es más fácil conseguirlo en un niño de 1 año que en un niño de 2 y más fácil en un niño de 2 años que en uno de 3. Mi consejo para los padres que quieren inculcar unos buenos hábitos alimentarios en sus hijos es: tener paciencia, dedicar el tiempo suficiente y predicar con el ejemplo.
Júlia Farré. Dietista – Nutricionista
Nutrisana Educación says
Totalmente de acuerdo contigo, Júlia. Es importante que los hábitos de alimentación de los mayores de la casa sean ejemplares para los menores, puesto que aprenderán de lo que comen y querrán imitarle. Pero también es muy interesante eso que dices de no limitar en un restaurante a un niño a comer el menú infantil porque, como dices, parece que se les está limitando su alimentación a esas posibilidades, y se puede ocasionar así que se acostumbren a comer solo ese tipo de alimentos. Interesante post. ¡Saludos!
Júlia Farré says
Muchas gracias!!! 🙂 Me alegra que estés de acuerdo. Un saludo!